Estrategias ante situaciones como el miedo o el estres


Estrategias ante situaciones como el miedo o el estres

La diabetes supone un continuo proceso de adaptación y esto no siempre es fácil, pero está en nuestras manos el hacerlo lo más sencillo posible.

En el tratamiento día a día pueden surgirnos distintos problemas en cualquier momento, debemos tomar decisiones rápidas y acertadas para solucionar hipoglucemias, para calcular la cantidad de insulina si comemos fuera de casa, para prepararnos a hacer deporte, etc. Esto, además de una buena y amplia información, requiere una atención continua durante todo el día, pero deberíamos prestarle una atención serena y positiva.

El temor, la ansiedad, la preocupación, la urgencia, etc. son emociones que en cada persona desencadenan una reacción diferente en su cuerpo, en sus pensamientos y en su forma de comportarse.

Lo primero que tendremos que hacer es observarnos a nosotros mismos: concretar claramente qué situaciones específicas de nuestra diabetes nos producen ese tipo de emociones y nos desbordan; después podremos observar qué reacciones tiene nuestro cuerpo ante esas situaciones: temblores, tensión, sudoración, dolor de estomago o de cabeza, etc.

Una vez que conozcamos qué situaciones son las que nos estresan de verdad, qué es lo que sentimos en nuestro cuerpo y en qué grado lo sentimos, podremos afrontarlo de una forma racional: tranquilizándonos y pensando en el asunto con claridad.

Hay muchos métodos para tranquilizarse o relajarse: yoga, técnicas de relajación que aparecen en manuales y revistas, evadirte con la imaginación, etc. Utilízalo para ponerte a pensar con serenidad.

Con mucha frecuencia ese tipo de situaciones de nuestra diabetes, que nos desbordan emocional y físicamente, suelen acompañarse de pensamientos automáticos negativos en forma de frases o de imágenes que nos decimos o mostramos a nosotros mismos. Este tipo de pensamientos son involuntarios, suelen ser distorsionados e inútiles, y sin embargo no dudamos de su veracidad.

¿Te suena alguno de estos pensamientos?: «nunca acierto con la insulina cuando como fuera de casa», «soy incapaz de pinchar a mi hija», «como siempre, en el fondo yo sabía que tendría hipoglucemia después del partido». Como ves, nos los formulamos en términos absolutos (siempre, nunca, incapaz…), pero, además, los generalizamos a toda situación que se le parezca (el día que no hace la comida mi madre, un largo paseo por el parque, etc.).

Debemos aprender a cuestionar su veracidad y a ponerlos a prueba: ¿hay otra explicación para lo que pienso en ese momento?, ¿qué pensaría mi hermano mayor, al que admiro mucho?, ¿es realmente tan horrible lo que pienso?, ¿gano algo pensando así?….

Hay un circulo vicioso entre lo que pensamos y lo que sentimos: si pienso que siempre tengo hipoglucemia después del partido, me empezaré a poner nervioso al final del mismo, lo que me hará pensar que seguro que tengo hipoglucemia y me pondré más nervioso todavía.

Por eso, lo importante es empezar a atajar estos pensamientos cuanto antes.

Tenemos que identificarlos, incluso apuntarlos para cuestionarlos y desafiarlos. Si, poco a poco, contraponemos un pensamiento o imagen positivos a esos pensamientos negativos, controlaremos nuestras emociones y lo más seguro es que nuestro comportamiento sea también más sensato y más eficaz en las siguientes ocasiones. Podemos decirnos cosas como: «he hecho cosas más difíciles», «sé lo que tengo que hacer y no me dejaré llevar por mis nervios», «puedo relajarme, no tengo porqué acelerarme», «la próxima vez ya sé lo que tengo que hacer, no me pillará el toro», etc., etc.

Ahora solo se trata de que adecues todas estas sugerencias a las situaciones que a tí te desbordan y que converses contigo mismo con tus propias palabras. En la medida que se practican estas estrategias, cada vez se hace más sencillo controlar nuestros pensamientos y nuestras emociones, de forma que nos dejen disfrutar de lo fácil y lo difícil que nos presenta la vida.

Ana Tejedor
Psicóloga de ADEMADRID